lunes, 12 de octubre de 2009

El Mal sueño de Paco Scofield

Paco Scofield era chef en uno de los restaurantes más importantes de la capital. O al menos eso era lo que él creía. Le diagnosticaron locura a los ocho años de edad. Desde entonces, Paco vive a caballo entre la realidad y la ficción. Su ficción, aquella que crea cada mañana para evadirse del mundo real.

En sus alucinaciones, Paco recorre la capital y los pueblos circundantes en bicicleta. En realidad sólo pasea por las calles ante la atenta mirada de sus vecinos, asustados por su mirada ausente y falta de higiene.

Paco sueña que tiene un blog. Está tan convencido de su existencia que puede visualizar cada detalle en su mente. Por las noches no puede dormir; por ello, imagina que hace páginas webs. Escribe y se comenta a sí mismo. Ese rincón en la red nunca existió. Sólo es un producto de su imaginación. De su locura. Aquella que le consume y le arrastra a un pozo sin fondo del que ya nunca podrá salir.

***

_ Señor Scofield, tómese su medicación.

Finalmente, Paco había sido ingresado en un centro psiquiátrico. Allá donde mirara sólo veía personas vestidas de blanco, sus compañeros, y de verde, aquellas señoras que con amabilidad les instaban a tomar sus pastillas.


Sin embargo, Paco se negaba a tomarlas. Estaba convencido de que su ingreso en aquel lugar no era más que una conspiración en su contra. Él no estaba loco, de eso estaba seguro. Por eso, y porque aquellas pastillas estaban malísimas, las escondía en su boca para escupirlas en cuanto las enfermeras se daban la vuelta.

En un par de ocasiones no le quedó otro remedio que tomarlas (habían empezado a sospechar y le observaban atentamente, inspeccionándole la boca después). Sólo aquellas veces se daba cuenta de que algo no encajaba. Escribía recetas en su blog imaginario pero no podía recordar el sabor, ni siquiera el olor, de aquellos platos. A pesar de hablar sobre rutas en bicicleta junto al mar, no era capaz de evocar la sensación de la suave brisa en su piel. Algo andaba mal. Sin embargo, Paco hacía la vista gorda ante aquellos extraños pensamientos.

Cuando se cumplió un mes de su ingreso, una serie de sucesos llevaron a Paco a tomar una decisión. Su estancia en aquel centro llegaba a su fin.

***

Aquella noche había soñado con unos frutos rojos que poseían una larga lista de propiedades. ¿Existían realmente?

Al despertar, se vio a si mismo encendiendo el ordenador y conectándose a la red. Su mente navegaba en un mundo de páginas webs y redes sociales; su cuerpo se movía por inercia, siguiendo la cola del desayuno. En sus fantasías, tenía un plato de aceite, tostadas, café y zumo ante sí. Sin embargo, sus dientes masticaban las mismas gachas de cada mañana.

Una voz aterciopelada le sacó de sus ensoñaciones.

_ Yo sé algo que tú no sabes.

Miró al dueño de aquella voz que, a pesar de ser dulce, le había puesto los pelos de punta. Pertenecía a un hombre bajito y calvo. Se balanceaba en su asiento y le miraba sin verle, con una sonrisa casi psicótica insinuándose en la comisura de sus labios. A Paco no le pareció nada de eso. Él veía a un hombre bajito y calvo, sí, pero sus movimientos eran armónicos y su expresión bastante simpática.

_ ¿Qué sabes que yo no sepa? – imaginó que le decía. En realidad, de su boca había salido un ‘’¿Tú también has soñado con frutos rojos?’’.

Eran dos personas y varias conversaciones a la vez. A ninguno de los dos parecía importarles; cada uno escuchaba lo que quería oír, veían lo que querían ver.

_ Sé cómo salir de aquí.

***

Se despertó cuando los primeros rayos de sol invadieron la habitación y, por un momento, se sintió desubicado. Como siempre, él era el primero en levantarse. Mientras preparaba el desayuno (tostadas con aceite y tomate), le vinieron a la mente fragmentos del sueño que aquella noche le había llevado a fugarse de un centro psiquiátrico.

Se rió mientras recogía las migajas de pan. ‘’Menudo sueño’’, pensó.

El día de su cumpleaños había comenzado de la forma más estrambótica posible.

Feliz Cumpleaños.

Copyright ©Kitty Montana