domingo, 31 de enero de 2010

Arrastrado al Abismo

En el invierno de aquel año, Jim, primo de Dylan Carter, como siempre, empezó con la preparación del segundo concierto del grupo. Era el encargado de la distribución de pósters, pegatinas, invitaciones etc.. Estaba feliz. Esta vez podía contar como aval el incuestionable éxito del primer concierto de la temporada  que dio el grupo en el "Cavern Pub" de Londres. Pensó que de nuevo el exito estaria garantizado.
Dylan Carter había pasado los primeros dos meses antes del concierto realizando la promoción del mismo en la TV y las emisoras de Radio de Londres, atendiendo a la prensa especilizada, etc. Estaba quemado y un poco harto de todo. Quería descansar un tiempo sin drogas y apartarse del mundillo loco de juergas y orgías del grupo, hasta  que empezaran los ensayos para la nueva gira. Aquella semana de comienzo de los ensayos, hacía calor; estában sentados en el jardín de la casa donde ensayaban en Abbey Road,  tomando unas cervezas. Era un día brillante. Dylan estaba feliz, pletorico, no paraba de reir. Alabando el sol, obsequió a sus compañeros, con un espectáculo salvaje de sus tambores tribales. Toco sin parar aquel maravilloso tan-tan.
 Esta vez  todo el grupo tenía el presentimiento de que iba a ser el mejor concierto que jamas habían dado. El guitarra del grupo empezó a acompañarlo y después se unio el bajo, empezaron a tocar unos riff de una de las canciones que tocarían en el concierto.

Acabaron  de ensayar bien entrada la noche, con una muy buena sensación de lo compacto que habian sonado. Se despidieron de Dylan, con abrazos y risas. Estaban orgulloso de él. Llevaba  tiempo sin tomar ninguna droga, al menos asi parecía. Volvío a ser el mismo de aquellos timpos de cuando acompaño a "The Who" en la gira Americana y fue toda una sensación, Pete le había felicitado publicamente durante el concierto de Central Park delante de cincuenta mil personas.

Al día siguiente, el grupo estaba reunido en la sala de ensayo, esperando para empezar, para repetir el repertorio del concierto una vez más. Pasaron las horas y Dylan no aparecia, intentaron localizarle en todas partes. No contestaba al movil y la casera de su casa comentó a Jim, cuando la llamo, que en la casa no había dormido: la cama no estaba desecha. Solía desparramar toda la ropa de cama, la prensa y las cajitas de los cds, de haber estado escuchando musica.

Todo fue en vano, Dylan no aparecia, tuvieron que suspender uno de los conciertos de los tres que tenian contratados.

Un més después, Dylan apareció, había perdido unos 5 ó 6 Kilos de peso, su piel blanca estaba desagradablemente sucia, parecía débil, nervioso, incapaz de hablar. Estaba sentado en la puerta del local de ensayo, con la cabeza inclinada a un lado, su lengua daba vueltas sobre sus labios, buscando el acido que se había metido hace unos minutos. Sus ojos, llenos de lágrimas, se estaban hundiendo en su cara sin brillo y muertos en su cráneo, como una extraña máscara. Sus manos temblaban constantemente como las de un hombre viejo en un día frío de invierno. Se le escucho un murmullo.. Ayuda, por favor.. ayuda.

El sol que alababa tanto se había nublado para él, no podía aguantar ni su luz ni su calor. De vez en cuando echaba vistazos dolorosos e involuntarios alrededor del jardín encerrado por muros en el que estaba sentado. Los ojos de sus amigos  seguían los suyos, y siempre se encontraban con otros ojos más siniestros que los estaban observando desde más allá de las líneas perfectas del césped verde recien cortado cuidadosamente.

Su primo, consiguio convencerlo y lo ingreso en una clínica de desintoxicación. Tras seis meses de tratamiento, le dieron el alta. Jamás fue la misma persona de antaño. Deambulaba por las calles sin rumbo fijo, ya no volvería con sus compañeros, ya no tenía grupo.

Pronto, fué detenido en una casa en Picadilly Circus, en el registro, la Policía le pilló tres ácidos. Habían orgnizado una redada en la casa en la que se había refugiado, que no era otra que un picadero de yonkis. Mientras  registraban, decidieron, revisar los bolsillos de su chamarra. Uno de los Policia, se acordo de su cara, era el hippie anarquista sonriente que el año pasado había dejado en ridículo a la propia policía en las calles de Londres en una persecución por el robo frustrado en una Joyería.

Le condenaron  a dos año de cárcel. Jamas se adapto a ella. El director de la prisión,  le mandó al médico de la cárcel, no tuvo ningún problema en diagnosticarle "esquizofrenia" y  mandó su ingreso al pabellón psiquiatrico. De nuevo con los locos.. se dijo para si.

Una mañana fría y gris, apareció ahorcado en el soporte del televisor de pared a los pies de su cama. Puso fin a su vida. No pudo resistir aquel hospital tan mugriento y deshumanizado.